En la Dehesa del Oso (cuyo nombre evoca la presencia de dicho animal en la comarca hasta mediados del siglo XVIII) disponemos de una fuente con abundante caudal, mesas de piedra, pequeñas praderas y hermosos nogales.
El camino asciende suavemente por una estrecha pista forestal, en medio de un cerrado bosque de pino negral con abundantes encinas y algunos quejigos, desde el que se disfruta de vistas que van del valle del Onsares al Calar del Mundo, valle de la cabecera del Guadalimar y Sierra de Alcaraz, en Albacete.
Al final trepa por una senda de pastores que se abre paso entre las rocas, para alcanzar la impresionante plataforma de piedra del calar, típico paisaje kárstico de lapiaz con algunas dolinas, en el que sólo se atreven a crecer escasos pinos negrales aislados (fenómeno curioso, porque en estos ambientes siempre hay otra especie de pino, el laricio).
Desde la caseta de vigilancia de incendios se divisa una soberbia panorámica que abarca desde las llanuras manchegas de Ciudad Real y Albacete hasta Sierra Nevada. Cruzando al otro extremo del calar hay otra caseta perteneciente a Castilla-La Mancha.
En la zona abundan el avión roquero y la chova piquirroja y podemos contemplar el vuelo del buitre leonado o del halcón peregrino.
Observaciones: Una vez en el calar, las marcas de pintura sobre mojones de piedras amontonadas y otros elementos nos conducen sin dificultad a la caseta de vigilancia.
No es conveniente subir al calar con niebla, porque pueden dejar de verse las marcas.
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